El sábado pasado disfruté del privilegio de conocer y ayudar a los ponentes de la próxima Thinking Party. Son gente extraordinaria, héroes cotidianos, quienes contarán el viernes con sencillez su propia historia, su personal viaje del héroe. Por este motivo, planteé la sesión de trabajo como un viaje intelectual y emocional, capturado en el siguiente dibujo-guión.

La metáfora del viaje refleja mi visión personal sobre la comunicación en general y sobre las presentaciones en particular:

El presentador es un facilitador, un guía que ayuda a la audiencia a encontrar su propio camino. El presentador ya no es la única fuente autorizada de información. No posee todas las respuestas. Fomenta el debate y el diálogo. El presentador aprecia el valor de la audiencia, la única manera posible de aportarle valor.

El camino aparece a veces confuso. Existe a menudo una idea general y sin definir sobre a dónde ir. No hay destino claro. La misión del presentador es ayudarle a la audiencia a dar forma a ese destino y a definir la ruta óptima hacia él. El presentador aporta visión clara (clarividencia).

El presentador no puede recorrer el camino por los demás. Es la audiencia quien debe recorrer su propio camino. El presentador puede liderar la marcha o simplemente mostrar el camino cuando la audiencia lo ha perdido. Un verdadero presentador habrá recorrido previamente el camino por sí mismo. Esta experiencia le aporta credibilidad para guiar a otros. El presentador es auténtico.

El presentador no posee todas las respuestas. Puede ser un experto, pero en ningún caso es omnisciente. No pretende ser perfecto. Puede cometer errores. Puede aprender de la audiencia tanto como ella puede aprender de él. A veces, incluso más, y aun así continuar aportándole valor. El presentador es humilde.

A veces el presentador camina junto a la audiencia por caminos nunca transitados con anterioridad. Aunque por supuesto no conoce todas las respuestas, su experiencia y actitud lo convierten en la mejor elección para liderar al grupo a la hora de encontrar el camino y no sólo para recorrerlo él mismo, sino para ayudar a otros a recorrerlo. Es el más apropiado para el reto confrontado, no el individuo superior. Sabe que otros miembros de la audiencia le superan en otras tareas. El presentador es un igual.

Los miembros de la audiencia son compañeros de viaje: en unas ocasiones desean cooperar y facilitar las cosas para llegar al destino tan pronto y con tanta seguridad como sea posible; en otras, algunos miembros retrasan al grupo, sabotean el viaje, siembran la semilla de la duda, oponen las decisiones del guía, etc. El presentador es (debería ser) el compañero de viaje con mayor experiencia a través del territorio que el grupo transita. El presentador no cambia a la audiencia, inspira en ella el cambio que él mismo ha experimentado.

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¿Qué cambia en tu interior si piensas y vives tus presentaciones como un viaje?