-¿Hablas igual con tu padre, con tu pareja, con tu hermano, con tu jefe, con el camarero, con tus amigos? Seguro que no. Conversamos de una manera u otra en función del interlocutor, del número de personas, del lugar, de las circunstancias, del tema, de nuestro estado anímico. Las relaciones entre el que habla y el que escucha son dinámicas, están en continuo cambio y movimiento. Están vivas.

Una buena presentación es como una conversación

Del mismo modo, una presentación es un acto vivo, único, irrepetible. Debes amoldarte en cada nueva ocasión al público, al lugar, a las circunstancias y a las señales que recibes durante la presentación. El éxito de una presentación depende en buena medida de nuestra capacidad de adaptación, de nuestra flexibilidad y reflejos. Una presentación no tiene una única personalidad. Tiene cinco.

1. La personalidad del tema

Entiende, estudia el tema. Fíjate cómo presentan ese tema personas a quienes admiras como ponentes. Puedes poner a prueba sus mismas técnicas hasta que encuentres tu propio camino, tu propio estilo personal. No todos los temas se prestan al mismo tipo de presentación. Unos admitirán mejor las imágenes, otros darán pie a historias y anécdotas, para otros será más eficaz la utilización de abundantes datos y hechos que respalden tus afirmaciones. El tema determina a menudo la elección del diseño de las transparencias.

2. La personalidad del ponente

Presentaremos de acuerdo con nuestra personalidad. Si no eres chistoso no tiene sentido intentar hacer gracias o aparecer disfrazado. Si gesticulas mucho, ¿por qué restringir tus movimientos artificialmente? Si eres entusiasta, ¿para qué aparentar frialdad? Sé natural. Sé tú mismo. Presenta desde tu corazón, desde tus convicciones más íntimas. No trates de ocultarte tras personalidades postizas. El escenario es el peor lugar para esconderse.

3. La personalidad de la audiencia

Ten en cuenta su edad, su formación, su profesión, sus intereses, sus expectativas. Cuanto mejor conozcas a la audiencia, mejor podrás adaptar la presentación para ella, mejor será la comunicación. Si repites exactamente la misma presentación ante audiencias muy distintas, garantizarás el fracaso.

4. La personalidad del lugar

La geometría y dimensiones del escenario, los objetos dispuestos sobre él, el volumen de la sala, la distancia hasta el público, el tamaño de la pantalla, la iluminación, el sonido, … Existen mil detalles que deben conocerse de antemano, para adaptar a uno mismo los que se puedan y amoldarse al resto.  Debes ser rápido de reflejos y acudir preparado para lo peor.

5. La personalidad de las circunstancias

Las circunstancias o el contexto son determinantes a la hora de presentar. No es lo mismo hablar a las 09.00, cuando el público está fresco y despejado, que a las 14.00, cuando la gente mira el reloj esperando la hora de la comida. No es lo mismo hablar en una sesión de un congreso en la que hay otras cinco charlas, que presentar en solitario en un acto en el que eres el único ponente. Cada presentación es única e irrepetible. Estudia las circunstancias y adáptate a ellas.

Las cinco personalidades de una presentación

Se aprende a presentar presentando

Presentar es un arte. Debemos ser sensibles, flexibles, abiertos. Cada vez que haces una presentación estás ofreciendo un presente, un regalo. Considera las cinco personalidades en cada una de tus presentaciones y comprobarás cómo éstas se transforman en actos vivos, creativos, llenos de fuerza.

(Mi agradecimiento a Anselmo Sáinz Bengoechea, mi maestro en el arte de narrar, quien me habló por primera vez de las cinco personalidades del cuento)

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¿Tienes en cuenta las personalidades de la presentación? ¿Adaptas tus presentaciones a las circunstancias?