-Po. Creo que ya es hora de que te diga algo que debería haberte dicho hace ya mucho tiempo.
-¿Y qué es?
-Escucha, hijo, el ingrediente secreto es…. ¡ninguno!
-¿Eh?
-Lo que has oído: ¡ninguno! No hay ningún ingrediente secreto.
—Kung Fu Panda, Dreamworks
El truco para presentar mejor
A menudo en los cursos sobre el Arte de Presentar me piden algún truco para hacer buenas presentaciones. Mi respuesta es inmediata: “Ensayar, ensayar, ensayar”. Ese es el truco. Así de sencillo y así de difícil. Tristemente, la gente suele quedarse desilusionada con esta respuesta: esperaban la píldora mágica que les transformaría en magníficos oradores, esas “siete claves para el éxito”. Lo más fácil entonces les resulta canalizar esa desilusión culpando de sus limitaciones a la falta de talento natural, a no haber nacido con un don para la palabra, imprescindible según ellos para ser buen orador. Pero, ¿de verdad hay que nacer con un don? ¿El buen orador nace o se hace?
La regla de las 10.000 horas
En su libro “Fuera de serie (Outliers)”, Malcolm Gladwell presenta los trabajos de varios psicólogos que estudian la influencia relativa en la excelencia del talento natural y de la práctica. Pensemos en algún extraordinario deportista, músico, artista o profesional cualquiera. Si analizásemos sus biografías, seguro que encontraríamos que todos ellos comparten un rasgo en común: cuando alcanzaron la excelencia en sus disciplinas respectivas, descollando sobre todos los demás en su campo, llevaban a cuestas más de 10.000 horas de práctica.
“La imagen que emerge de tales estudios es que se requieren diez mil horas de práctica para alcanzar el nivel de maestría asociado con un experto de nivel mundial – en cualquier disciplina.”
—Daniel Levitin, citado por Malcolm Gladwell en «Fuera de serie (Outliers)«
No es una mera cuestión de talento o de don natural. El talento sin horas de práctica no vale gran cosa. Como decía Picasso: “La inspiración está muy bien, pero que me pille trabajando”. Cuando nos extasiamos ante ese magnífico concertista sobre el escenario, contemplamos la culminación de un proceso de más de 10.000 horas de práctica. En palabras de Malcolm Gladwell: “La práctica no es lo que haces cuando eres bueno. Es lo que hace que seas bueno.”
Para presentar bien, hay que presentar mucho
El arte de presentar no es distinto a otras disciplinas en este sentido. No se nace creando grandes presentaciones, es un proceso que se aprende con la práctica y con los errores. Los grandes oradores acumulan también miles de horas de vuelo: ensayos en privado, charlas ante auditorios pequeños y ante auditorios grandes, historias contadas en los campamentos de verano, chistes en las pausas del café, arengas a empleados, entrevistas, exámenes orales, todo contribuye a construir un gran orador.
No hay ingrediente secreto. Sólo práctica, práctica y más práctica. Así que si quieres mejorar en el arte de presentar: presenta, presenta y presenta.
ENTRADAS RELACIONADAS
Muy buenas citas y anécdotas. Completan y remarcan de maravilla la idea que he querido plasmar en esta entrada. Sobre el tema de la relación entre suerte y trabajo, recomiendo la lectura de un sencillo librito, muy ilustrativo: «La buena suerte«, por Alex Rovira y Fernando Trias.
«Yo creo bastante en la suerte. Y he constatado que, cuanto más duro trabajo, más suerte tengo.»
Thomas Jefferson
Eh! Eso lo yo he visto hoy en un curso!! 😉
Enhorabuena por el curso de SS, muy interesante y ameno. Creo que lo voy a aprovechar muchísimo.
Me gustaría añadir una anecdota de un antiguo jugador de la NBA: Larry Bird. En un partido anotó una canasta de 3 puntos en el último segundo y medio cayendose, la cual le dió la victoria a su equipo. Tras el partido, un periodista le dijo: «Vaya suerte has tenido al encestar esa canasta, ¿no crees?. A lo que Larry Bird respondió: «Sí, es curioso, cuanto más practico más suerte tengo…»
esta anecdota de donde la has sacado, puedo mencionarla? Quiero decir es fiable. Donde te has documentado?