Siendo un niño, asistí durante una Semana Santa transcurrida en un pueblo del sur de España a la Vigilia Pascual, que se celebra durante la madrugada del sábado al domingo de Pascua. Alcanzado un cierto momento de la liturgia, el cura anunció: “¡Cristo ha resucitado! ¡Somos los más felices de los hombres todos! ¡Cantemos con alegría!”. A su indicación, los feligreses allí congregados entonaron el canto: “¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!”, con un tono arrastrado y monocorde, sin el más mínimo entusiasmo ni rastro de júbilo. Aún mantengo vívido el recuerdo de mi sorpresa infantil: “¿A quién quieren engañar? ¡No sienten la más mínima alegría!”. ¿Qué había ocurrido? Existía un desajuste entre el mensaje verbal y el mensaje no verbal: con las palabras los fieles decían una cosa, pero con la voz y el cuerpo contradecían la anterior.

La Regla de Mehrabian

El antropólogo Albert Mehrabian realizó una serie de estudios durante la década de los 70 en los que analizaba la importancia relativa de los mensajes verbales y no verbales. Los resultados a los que llegó en el curso de sus investigaciones resultaron sorprendentes. El lenguaje verbal (lo que se dice) participa escasamente en la comunicación de emociones y sentimientos: apenas un 7%. Aproximadamente un 38% de la comunicación corresponde al lenguaje paraverbal (entonación, proyección, tono, énfasis, pausas, ritmo, etc.) y el 55% al lenguaje corporal (gestos, posturas, mirada, movimiento de los ojos, respiración, etc.). La importancia de los elementos no verbales sobre los verbales aumenta si existen incongruencias entre ellos: si las palabras y el cuerpo están en descuerdo, uno tiende a creer al cuerpo. Un niño, sin leer a Mehrabian, había llegado a sus mismas conclusiones.

La Regla de Mehrabian se aplica a la comunicación de emociones, no de ideas

Ahora bien, debe tenerse muy presente que esta Regla de Mehrabian o Regla del 7-38-55 fue derivada a partir de experimentos realizados cuando el sujeto está hablando acerca de sus propias emociones y sentimientos. Por consiguiente, estos datos no pueden extrapolarse a toda situación de comunicación. A veces uno encuentra en manuales sobre cómo hablar en público afirmaciones del tipo “lo que dices sólo contribuye en un 7% al mensaje” y no es cierto, a menos que el mensaje quiera expresar cuánto te quiero o cuán contento estoy. En las presentaciones profesionales habituales, más centradas en el pensamiento lógico y racional, no solemos hablar de nuestros sentimientos o gustos, por lo que el mensaje verbal contribuye en un porcentaje mucho mayor a la transmisión del mensaje, cercano al 100%.

¿Tiene aplicación la regla de Mehrabian a una presentación convencional? Durante una conferencia, el contenido textual se expone de forma completamente verbal, pero acompañado de una serie de pistas no verbales que indican cuál es la actitud del orador hacia sus propias palabras. Por supuesto, el contenido de una presentación es lo más importante y constituye su razón de ser, pero la manera como se exponga causará un profundo efecto sobre la forma como lo recibirá la audiencia. La mayoría nos olvidamos del contenido de una charla que presenciamos años atrás, pero recordamos por largo tiempo al conferenciante.

Por lo tanto, debemos prestar atención a armonizar sinfónicamente nuestros mensajes verbales, paraverbales y corporales. Recuerda que hasta un niño es capaz de detectar inconsistencias entre ellos.

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